Como jurista, les puedo decir que, jurídicamente hablando el matrimonio no es más que un contrato entre dos personas, que han decidido hacer vida en común, una institución social que crea un vínculo conyugal entre sus miembros que trasciende al ámbito social y jurídico.
El matrimonio establece entre los cónyuges y su entorno una serie de obligaciones y derechos en cuanto a alimentos, parentesco, filiación, sucesión y otras instituciones civiles.
Pero, pretender que en la definición legal del matrimonio se establezca que solo puede ser celebrado entre un hombre y una mujer es igual de estúpido y ridículo que se diga que sólo pueda celebrarse entre dos hombres o entre dos mujeres.
Recuerden: estamos hablando de Derecho, no de pseudomoral judeocristiana, ni de religión, ni de usos y costumbres; y en el Derecho, todos los individuos de la especie humana tienen los mismos derechos humanos (aunque no es todas partes se respeten). El Derecho es una ciencia, y como tal, está desprovisto de dogmas de cualquier tipo.
Para el Derecho no existen las minorías, existen las personas nada más. Nadie es minoría en cuanto a la aplicación de los Derechos Humanos se refiere porque son para todos. Existen, sí, grupos vulnerables y con necesidades especiales a los que el Derecho tradicionalmente ha protegido, por su especial posición de hecho o histórica frente al orden jurídico, como los menores, la mujer, los indígenas, los trabajadores, etc.
Así pues, señoras y señores: si van a escribir sobre una figura legal como el matrimonio, por favor, vayan a la escuela de Derecho, aprendan Derecho Internacional, Derechos Humanos y Derecho Civil.
O bien, establezcan en sus escritos que hablan del matrimonio desde su muy particular punto de vista pequeño burgués, reaccionario y fundamentalista y que son unos palurdos en cuanto al Derecho se refiere.
Por otra parte, El Derecho es ciencia, y como tal, carece de dogmas, pero tiene axiomas, verdades tan probadas que es innecesario comprobarlas de nuevo, dada su universalidad.
Nadie discute hoy por hoy que el Sistema Solar es heliocéntrico o la Ley de la Gravedad, las aceptamos como algo real y tangible y eso que nunca hemos visto a la gravedad ni a la Tierra girando alrededor del Sol, pero aceptamos como un hecho lo que generaciones y generaciones de científicos han establecido.
Nadie piensa ya que la "raza" tenga algo que ver con la inteligencia y la capacidad, aunque hasta tiempos tan recientes como la década del 90 del siglo pasado había al menos un sistema legal nacional en que la discriminación y segregación racial era la norma.
Aún hoy, en el Medio Oriente, se discrimina a las mujeres y se les azota, lapida y decapita por adúlteras y a cualquier persona sólo por renunciar a una religión y hacerse cristiano.
Por eso es que la igualdad de los seres humanos me parece uno de esos axiomas: es tan evidente que no creo tenga que razonarse a favor o en contra, es lo que es y punto.
Un argumento a favor de una definición de matrimonio exclusivamente heterosexual puede ser moral o religioso pero difícilmente pudiese ser científico, pues contravendría el axioma jurídico de la igualdad y nos pone al nivel de la vieja Sudáfrica del apartheid y de las actuales Arabia Saudita e Irán.
La fe nunca jamás puede ni debe ser utilizada para sustentar una opinión como científica. Es una opinión religiosa, nada más. Pero que no la pretendan vender como jurídica.
Habrá quien diga aquí no debe hablarse de igualdad sino de equidad y que los hombres y las mujeres no son iguales, pero esto es un equívoco, pues atiende primordialmente a una cuestión biológica (el dimorfismo sexual del ser humano) y no a una jurídica, que es la igualdad de derechos de todos y cada uno de los individuos de la especie humana.
Repito: estamos hablando de DERECHOS HUMANOS. No de biología, religión o de cualquier otra cosa.
Dixi.